12:33 a. m.

Los m@il que no te enviaré

Hoy tuve una lucha interior fuerte, pero también una cuerpo a cuerpo, la pelea era con la parte de mí, que tú te robaste. Me prometí no enviarte ningún correo, no hoy, no mañana, ojala no más, al menos no hasta que me sienta capaz, hasta que me vuelva fuerte, hasta que escribirte o leerte (si es que me vuelves a escribir) no duela, no lastime, no provoque rabia, ni ansiedad. Fue difícil porque era una rutina, tan marcada, tan clara, era lo primero que hacía por las mañanas…encender el computador, revisar el correo, alegrarme si había un mail tuyo o escribirte yo para desearte un “buen día”.

Por eso, por esa rutina que estaba muy arraigada dentro mío y por lo difícil que me resulta sacarte de mi día a día, porque hoy me costó mucho no escribirte, incluso tuve el computador apagado buena parte del día, pese a mi ansiedad por encenderlo, por saber si había algo en mi correo, porque soy tan débil, que estuve a punto de llamarte o de escribirte y de seguro con oír tu voz, con una de tus palabras suaves y delicadas, hubiese olvidado el dolor que me has causado y no quiero, no debo olvidarlo, no por rencor, no por odio, porque no podría sentir eso por ti. Más bien para sanar, para dejar de alentar este amor no correspondido, para no escuchar la frialdad en tu voz, la misma voz que por su belleza y dulzura un día me enamoró.

Como no puedo dejar de escribirte, porque solo así puedo “sacar las rabias y las penas”…tú lo sabes, decidí escribir estos correos que jamás te enviaré.

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